Algunas personas piensan que mi vida debe ser escandalosa. Esto podría ser porque escribo sobre sexo. Podría ser porque me he masturbado para la ciencia, o porque salí desnuda en la portada de la revista Interviú, o incluso como resultado de mi trabajo como probadora de juguetes sexuales. Sin embargo, yo no considero que mi trabajo sea un escándalo en absoluto. De hecho, considero que mis trabajos anteriores – más convencionales – eran mucho más escandalosos.
Nunca me ha gustado mentir y cuando trabajaba de comercial, era algo muy común. Por ejemplo: dar timings que eran imposibles de cumplir, solo para conseguir un pedido, inventar excusas para cuando las mercancías se entregaban tarde… O peor todavía fue cuando trabajaba en una inmobiliaria de lujo. Todo el negocio se basaba en mentiras, desde las descripciones de las propiedades, hasta las fotografías retocadas y los precios. Lo peor fue cuando un cliente hizo una oferta y no hubo contraoferta. En ese caso, era normal inventar una solo para que el cliente interesado hiciera una oferta más elevada…
Mi conciencia católica hizo que me fue imposible hacer estas cosas para conseguir una venta. Hubo momentos en que sabía, a ciencia cierta, que los únicos fondos que un comprador tenía a su disposición eran sus ahorros de vida, y no hubiera sido capaz de engañar a alguien de gastarlos en una propiedad sobrevalorada.
Los escándalos en la vida privada en realidad no son diferentes. Sigo sin creer la cantidad de personas que llevan una doble vida. Por ello, creé el foro confesionario online No sabes con quien duermes. Es un tema que me fascina, porque me imagino que debe ser muy cansado tener que mentir todo el tiempo, además de recordar las mentiras para que no te pillen.
Cuando tomo en consideración todas las mentiras que vive la gente, ya sea en su vida laboral o en su vida íntima, me doy cuenta de que mi vida no es escandalosa en absoluto.
Fotos por Lourdes Ribas.
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