El tobillo es una parte muy delicada y muy sensible del cuerpo y no hace falta ser fetichista para apreciarlos. Hacer cosquillas, lamer o atar unos tobillos provoca una sensación que no deja indiferente a nadie.
Inmovilizar un tobillo no tiene que formar parte de un juego de bondage para revelar su potencial sexual. Por ejemplo, hacerlo a cuatro patas ya es una experiencia increĆblemente morbosa en si, pero si de repente mi amante toma la oportunidad para agarrarme el tobillo, mi placer se multiplica. No sólo estoy inmovilizada pero repentinamente me convierto en una sumisa a la merced de los caprichos de mi amante y no tengo que pensar. A veces no hay nada mejor.
Incluso la sensación de llevar algo en los tobillos puede ser excitante. Por ejemplo, unas sandalias o unos tacones con un detalle tipo ātobilleraā puede despertar la imaginación de cualquier fetichista. Creo que muchos diseƱadores de tacones lo tienen en mente a la hora de crear sus zapatos.
Pero en cuanto al bondage de los tobillos, personalmente prefiero algo suave como una bufanda o una tela suave, ”o incluso unas bragas! En lugar de cuerda o esposas, que muchas veces van pequeñas ya que por lo general estÔn destinadas a las muñecas.
A veces, la cuerda puede dejar marcas de compresión en la piel durante bastante tiempo despuĆ©s de āliberarseā. EstĆ” claro que la piel no olvida una sesión de bondage fĆ”cilmente.
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