El fetichismo por los labios pintados se puede explicar de manera sencilla: algunos colores, sobre todo el rojo, hacen una conexión imaginaria entre los labios faciales pintados y la vulva en estado de excitación.
Los pintalabios empezaron a ganar popularidad en el siglo XVI, durante el reinado de la Reina Elizabeth I, quien puso de moda los rostros pálidos y los labios intensamente rojos. En ese entonces, los lápices labiales eran hechos con una mezcla de cera de abejas y pigmentos rojos de las plantas.
Fotografía Lars Koudal.